La educación sexual ha sido uno de los temas más controversiales en los últimos días, esto a raíz de la terminación del contrato que Canal 10 tenía con el INFOD, institución que se encargaba de producir y diseñar el contenido de la franja educativa, por haber irrespetado ciertos estándares cuando, en su programación, compartieron "contenido sexual no autorizado". Al ver el contenido al que se refiere el comunicado, es difícil detectar lo inapropiado, principalmente porque, de forma clara y con el lenguaje apropiado, explica términos relacionados con las orientaciones sexuales. Como docente, esto me hace preguntar muchas cosas: ¿De qué manera era el contenido del video inadecuado? ¿Qué estándar educativo se incumplió? ¿De qué manera se tuvo que haber abordado este tema?
No he encontrado una respuesta; sin embargo, intuyo que, más allá de una cuestión de calidad, se trata de una ideología educativa. El comunicado emitido por el MINED como respuesta a este evento hace constante énfasis en que dicho contenido no va de la mano con la visión de país ni los valores/principios de nuestra sociedad. Ante esto, me parece que existe discrepancia entre los actos y las palabras, principalmente porque hace un par de meses se aprobó la Ley Crecer Juntos, la cual expresa el derecho de los niños y adolescentes a una educación sexual íntegra de acuerdo con su edad, y el deber del Estado a proporcionarla (art. 33).
Con respecto a los valores, aunque suene debatible, concuerdo. Aunque no menciona contra qué valores específicos se ha atentado, basta con leer algunos de los comentarios en redes sociales para entender a los que se refiere, con términos como "inclusión forzada" e "ideología de género"; o bien, opinando que al hablar sobre dichos temas, incitamos a los estudiantes a experimentar, por lo que, lejos de ayudar, los desviamos de lo "moralmente correcto". Otros de los comentarios más comunes señalan que este tipo de contenido afecta la salud mental de nuestros niños (aun cuando el programa iba dirigido a estudiantes de octavo grado, una edad idónea para abordar esta temática).
Comprendo el temor de muchos al hablar sobre temas de educación sexual, ya que es algo a lo que generaciones atrás no estuvieron expuestas y tuvieron que aprender de otras formas. Comprendo también que muchos fuimos educados bajo las normas religiosas o conservadoras, por lo que todo lo relacionado con la sexualidad era un tabú. No obstante, comprender lo anterior me demanda a preguntar de qué manera, como país, podemos dar el siguiente paso para que los valores de nuestra sociedad estén mejor alineados con la realidad del presente, en el que la diversidad, la igualdad y la libertad son altamente deseados. Cuando omitimos este contenido bajo la justificación que van en contra de los valores perpetuamos la incomprensión, la desinformación, y negamos algo que, evidentemente, es parte de nuestra sociedad.
Como docentes, somos testigos de estos valores en nuestras aulas, por lo que tenemos una gran responsabilidad en este asunto. Aunque muchos argumentan que la responsabilidad sobre la educación sexual debe residir en los padres, temo que muchos de estos no tienen las herramientas pedagógicas o pueden carecer del conocimiento apropiado para tratar los temas. Esto nos pone como actores centrales en una educación que permita a nuestros estudiantes no solo saber hacer, sino también saber ser, principios imperantes de una educación liberadora. En este sentido, evitar hablar sobre la sexualidad por razones de moralidad conservadora inhibe el acceso a información relevante al desarrollo del ser humano, así como la oportunidad de impulsar la reflexión crítica de la realidad individual y colectiva sobre estos temas en nuestro país.